lunes, 28 de febrero de 2011

COMENTARIO A "CISNE NEGRO", por Luciano González Anido


            Darren Aronofky  nos presenta un  thriller psicológico en el que el  espectador es transportado a un más allá  de la narración, a la intrahistoria de la protagonista, Nina (Natalie Portman). Se puede decir que es confrontado con un guión secundario que se erigen en el guión principal.   
    
            Con el pretexto de la ambición por alcanzar el papel prima bailarina,  en la representación del El lago de los cisnes, se adentra en la angustia de la protagonista, Nina (Natalie Portman), en un momento de quiebra de las significaciones ante la dualidad del personaje a representar, Cisne Blanco símbolo de la pureza e inocencia , y Cisne  Negro expresión de la sensualidad y astucia. 
Nina, expresión simbólica del Cisne blanco, lucha encarnizadamente para asumir la identidad del Cisne Negro, alcanzándolo  con la muerte simbólica del primero y el advenimiento identificatorio  en lo real.

           Darren Aronofky representa esta lucha interior moviendo magistralmente los personajes secundarios, dando  sentido a través de lo vivido en la realidad a la realidad  psíquica de Nina, logrando con el tema musical de Tchaikoivsky el ambiente emocional que desea despertar en el espectador, siendo tan eficiente  que se puede decir que adquiere identidad propia en el reparto.
            Como un comensal  sorprendido  por la irrupción  de lo agrio allí donde esperaba la suavidad del dulce,  el incauto espectador que espera la amabilidad de un film en el que pasar un tiempo de ocio, se ve suspendido entre  la irrupción de la juventud  y  el declive en la madurez, entre la levedad, gracia y plasticidad  del ballet, y la dureza de la disciplina con las rivalidades, odios y rencores propios de la competición. Aquí se puede destacar a Winona Ryder, en la interpretación soberbia de Beth, estrella hasta ese momento del ballet en el inicio de su declive, y que es sustituida por Nina. 
             En la penumbra de la sala, fuera de los diálogos, un suspiro, una expresión gutural de desagrado..., sonidos a modo de voz en off,  sonidos ex-timos al film que  se hacen presentes formando parte del espectáculo, surgiendo más allá de la conciencia del espectador, en su garganta, ante la presencia de lo inesperado, por  esperado  tras  lo previamente narrado, sabedor que eso que lo conmueve surge también de algo que se le impone a la protagonista.
            Darren Aronofky, muestra una obra donde  prólogo y trema, nudo  y apofanía,   desenlace y apocalipsis se funden y confunden en un mismo cuerpo, el de Nina  y el del propio film.
            A modo de Jano, nos muestra  dos caras  unidas en eterna rivalidad hasta el asesinato mutuo para llegar a la muerte-en vida;  como en un espectáculo teatral de variedades    funde Apoteosis y  Apocalipsis   en la escena final,  el Cisne en lo real  de la muerte rodeado por todo el elenco.
            La narración trasluce  la presión de Nina,  ante la posibilidad de conseguir el ansiado papel de su consagración, en medio de la hostilidad y aparente impedimento por parte de su director artístico, Thomas Leroy (Vicent Cassel), dejándose percibir, tras el velo de una conducta normal, una devastación interna que la va subsumiendo en la lucha cada vez más intensa por suturar la división del sujeto en su anhelo de “ser perfecta”, mezclándose las demandas del Otro materno en la ambivalencia de ser ella o la madre.
            Ante de la ausencia de un padre que ponga coto al deseo  materno, se establece una relación fagocitaria por una madre, Erika (Bárbara Hershey) erigida en yo ideal. Madre amantísima y sobreprotectora que, en momentos, Nina puede llegar a vivir como una relación cosificada, reflejada  cuando la madre maneja  y pone en danza a la muñeca de ballet  de la caja de musica,  a modo de representación  de lo que la hija, Nina, debe hacer, bailar a la perfección. Deseo del Otro materno con el que pretende  conseguir el éxito no alcanzado, tras el sacrificio de su carrera para atender a la hija de la que en ese momento estaba embarazada.
            A este atisbo de trema le sucede una escena en la que Nina entra en la habitación de la madre y los dibujos-fotografías, expuestos en la pared, cobran vida  burlándose  de ella en plena expresión alucinatoria apofántica. 
            En su lucha interior  personifica el Otro perseguidor  en la   presencia  de su rival, Lyli (Mila Kunis), por la pugna del papel estelar, irrumpiendo un discurso sin correlato con la realidad, en su expresión erotomaníca, tras una salida nocturna con Lily que termina en la manifestación alucinatoria de una relación lésbica en pleno apogeo apofántico.
            La problemática de  Nina  con un cuerpo fragmentado y una sexualidad no asumida, verbalizada  a modo de dardo por su director  artístico, Thomas Leroy,  como “frigida”, dejan entrever al mismo tiempo la relación problemática de Nina con el lenguaje en  su aferramiento a la literalidad de la palabra. Los  dichos de Thomas  en el intento de hacer salir el personaje  de seducción del Cisne Negro,”vete  y masturbarte”, como en el desenlace del film cuando dice “la única persona que se interpone en tu camino eres tu misma”,  son frases que cogidas en su literalidad muestran la muerte del sujeto del inconsciente, hasta el punto de determinar  la eliminación de aquella, (Nina – Cisne Blanco), que el dicho afirma que se  interpone  en el camino de la perfección,  como medio de conjurar la división subjetiva.
            Mediante las mutilaciones corporales que Nina se efectúa hasta el  “asesinato”  por su Otro en la apoteosis final, Darren Aronofky muestra como  “lo no simbolizado retorna  en lo real”. La castración no simbolizada, Nina la efectúa en su cuerpo con su sangre, hasta su muerte.
            Los fenómenos corporales son plasmados de forma magistral, en un principio de forma sutil, donde  una aparente realidad oculta el delirio de transformación corporal que irrumpe,  mostrando lo real en la aparición de una pluma negra en la espalda de Nina, para alcanzar su apoteosis-apocaliptica en el desenlace, cuando Nina asume  el ser del Cisne Negro en una transformación en lo real y puesta de manifiesto, con todo el elenco a su alrededor, en sus palabras: “Lo sentí. Perfecta. Estuve perfecta”,  como muestra de la ausencia de la división subjetiva.
            Amable lector, lo anteriormente escrito, no es más que el anhelo del que esto escribe, de obtener una satisfacción en la contemplación del film más allá de la narración y posiblemente de la idea que  Darren Aronofky   quiso expresar;  la influencia y cierta deformación profesional  algo han tenido que ver en esto.
                                               
                                                FDO. Luciano González Anido
                                                     Psiquiatra- Psicoanalista

            El 21 de febrero de 2.011, en el Forum cinema de Riga, un hombre de 43 años fue asesinado por su compañero de butaca durante la proyección de Cisne Negro.
            El asesino fue un hombre de23 años con una pistola. Según informa el diario Británico “The Guardian” el desencadenante fue una discusión por la molestia derivada por el ruido efectuado al comer palomitas la víctima. El agresor era graduado en la Academia de Policia con un doctorado en Derecho por la Universidad de Letonia. No opuso resistencia a su detención.

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