viernes, 11 de febrero de 2011

TOÉN



























MÉDICOS Y POLÍTICA


POR Gringo Viejo


24 de ENERO de 2011: OURENSE DIXITAL
Ningún otro colectivo de los que conozco resulta ser tan susceptible al poder político como el de los médicos. Ninguno como él refleja cualquier cambio de gobierno con la rotundidad, incluso la visceralidad, con la que ellos lo hacen. A lo que se ve, lo expliquen ellos como lo quieran explicar, las cúpulas del CHOU en Ourense están atiborradas de acólitos. Por ejemplo.
Ciertamente sólo hay una cúpula activa. Pero en realidad hay dos, la que fue y la que es.
La que es está en la gloria. Y la que fue en algo así como lo que las estructuras militares denominan la reserva activa.
Siempre hay una cúpula en la reserva activa.
Resulta tan genuino lo asumido que lo tienen, como singular, casi único, lo que produce en las cúpulas y en sus miembros un cambio de gobierno: se van en muchos casos sin necesidad de que les echen. Algo insólito en este país, sin duda.
O es producto de una comunión sin parangón de la estructuras sanitarias y las políticas, o es la constatación de lo irreversible (luego inevitable y por lo tanto aconsejable hacer). O ambas cosas a la vez.
Pero es.
Luego la constatación de que no se llega aquí por lo que se es, sino de quién se es y con quién o quiénes se está.
Una cúpula se sustituye por la otra sin la menor explicación y sin que nadie rechiste: sácate tú que me toca a mí.
Se empieza por arriba y junto al mandamás, un director o directora gerente, empiezan a aparecer directores de áreas, secciones, cometidos, plantas, rellanos, escaleras y una lista casi interminable de facultativos que, de repente, asumen responsabilidades que cualquier paciente nunca hubiera adivinado en ellos (los pacientes no entienden nada de medicina) con una sonrisa incluso desconocida. Y con la misma bata blanca.
Con la misma facilidad y sólo un poco de tiempo, la nueva directora gerente revienta el diseño de todo un complejo hospitalario, y lo mismo anuncia que se entrará por el ahora trasero del Complejo (pero que hace muchos años ya fuera puerta), que se cambiará todo el tránsito por el recinto como si, de repente, el CHOU de esta ciudad fuera un islote rodeado de agua ajeno a todos y cualquier vial que le circundan. Es decir, para qué contar con el Concello.
Con esa misma facilidad el Psiquiátrico de Toén desaparecerá, y los internos que no se encuentran en la Unidad de Agudos del Santa María Nai se irán el verano que viene a Piñor. Por cierto, de los del Nai todavía no se ha hablado. Pero se supone que también, todos a una como Fuenteovejuna.
Después de todo, se dijo el pasado jueves, 20 de enero: “Toén se concibió como una leprosería”.
Si señor, nada como la historia para encontrar alguna explicación.
Siguiendo por esta vía, el Hospital de Piñor debería ser reclamado para las enfermedades respiratorias, como lugar que fue consagrado a este tipo de enfermos que atiborraban sus instalaciones, tuberculosis, pulmonías, neumonías y decenas y decenas de pulmones hechos polvo.
Y ese pedazo de Campus de Ourense, ¿qué pinta ubicado donde se levantó el Hospital de los pobres, el primer Hospital Provincial de esta ciudad antes de que David Ferrer Garrido lo llevara a donde hoy está? Habrá que moverlo también.
Si las decisiones de la cúpula sanitaria ourensana tienen que recurrir a la historia de esta provincia puede que estemos aún más perdidos.
Mientras tanto, en ningún otro colectivo como en el de los médicos me asusta tanto hasta donde puede ser de larga la sombra que proyecta la política.
Asombroso, pero también preocupante, si se tiene en cuenta que para llegar a político no hay que ser muy listo.

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