«Os enfermos son tan veciños de Toén como os outros»
La historia del pueblo de Moreiras está marcada por el psiquiátricoRuth Nóvoa, 16/2/2011
Sobre el traslado de la hospitalización psiquiátrica a Piñor han hablado los responsables sanitarios, los políticos de la oposición, los representantes sindicales y los trabajadores. Pero en el pueblo de Moreiras, que hace medio siglo se convirtió en capital provincial de la locura, también se habla estos días del cierre del sanatorio.
«Llevan aquí cincuenta años. Forman parte de la vida de Moreiras. Estamos acostumbrados a ellos». La valoración la hace César Vicos, a quien le da lástima el cambio que se ejecutará en los próximos meses. El pueblo, asegura, lo va a notar: «Hay que tener en cuenta que al menos un miembro de cada familia trabaja o ha trabajado en el hospital». Por si no hubiera repetido suficientes veces la palabra integrar, el verbo se conjuga a pie de calle. «Ven tomar un café», le dicen desde la puerta de un bar. César Vicos se dirige a su interlocutor por su nombre y le dice que no puede. Acto seguido apunta: «Es un enfermo. ¿Ves lo que te decía? Están totalmente integrados».
En unas de las cafeterías de Moreiras, A casa do Peto, su propietario incide en la misma idea y asegura que los enfermos, como clientes, son cumplidores. «Son tan veciños como os outros», confiesa en la barra desde la que atiende a los pacientes que bajan hasta el pueblo en algún momento del día.
Lo que para unos es simplemente pena para otros es indignación. Se trata de aquellos que además de vecinos de Moreiras son trabajadores del centro. José Carballo pide que adecenten el hospital y asegura que, conscientemente, se ha dejado deteriorar a lo largo de los últimos años: «Sempre houbo unha man negra que quixo cerrar o sanatorio».
El futuro de las instalaciones
Algunos vecinos dan su versión de los años de convivencia: «Echamos la partida con ellos, tomamos un vino... nunca ha habido grandes problemas. A veces son peores los que están fuera que los que están dentro». Y otros hacen cábalas sobre el futuro. «Eu vexo que iso se vai encher de okupas e drogadictos. Vai a ser unha desgracia», asegura José Carballo mientras otro vecino, no vinculado al hospital, expresa en voz alta el temor a que el hospital acabe en ruina y pone los ejemplos de la cárcel vieja y San Francisco, en la capital.
Los comentarios de los vecinos parecen indicar que el estigma de la enfermedad mental no existe en Moreiras. Y que si existió, se quebró a base de convivencia. Para ellos no es una locura decir que echarán de menos la locura.
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