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Los enfermos invisibles
Los psicólogos gallegos denuncian la discriminación que sufren los pacientes con trastornos mentales y piden a la Xunta que destine más recursos a mejorar su asistencia.
Aunque más de 30.000 gallegos tienen diagnosticada alguna enfermedad mental y, según los expertos, esa cifra "va a ir en aumento", la sociedad todavía ve esas patologías como un estigma. Tanto es así, que el Colegio Oficial de Psicoloxía de Galicia critica la discriminación que sufren los pacientes con este tipo de trastornos y reclama a la Xunta que destine más recursos a mejorar su asistencia. "La Administración ha delegado en las asociaciones de familiares la integración sociolaboral de estos enfermos", denuncia.
MARÍA DE LA HUERTA | A CORUÑA Las cifras oficiales establecen que más de 30.000 gallegos padecen alguna enfermedad mental -alrededor de 12.000 viven en el área sanitaria de A Coruña-, pero, según los expertos, el número de pacientes que sufren enfermedades psiquiátricas severas, como psicosis, trastornos de personalidad o bipolares y esquizofrenia, "es mucho mayor". De hecho, la Organización Mundial de la Salud establece que la prevalencia de este último trastorno ronda el 1%, con una incidencia anual de 10 a 15 nuevos diagnósticos por cada 100.000 habitantes. Un aumento de casos que contrasta con el desconocimiento social y el aislamiento en el que, a menudo, siguen viviendo estos pacientes.
"La comprensión de la sociedad es tan importante como los tratamientos específicos que recibe cada enfermo", explica el presidente de la sección de psicología clínica del Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia (COP-Galicia), Xavier Sardiña, quien destaca que el estigma que rodea a las personas que sufren una patología mental está relacionado, muchas veces, "con el trato desigual que reciben estos pacientes con respecto a los que sufren otro tipo de dolencias".
El presidente de la sección de Psicología clínica de COP-Galicia sostiene que uno de los pasos más importantes que se ha dado para superar ese trato diferencial fue la eliminación, en los años setenta, "del modelo decimonónico de los manicomios, en el que prevalecía el aislamiento de los pacientes con enfermedades mentales". "La Lei Xeral de Sanidade del 86 dejó patente, por primera vez, que no se puede segregar a las personas con enfermedades mentales del resto de los pacientes si se quiere lograr su integración plena en el sistema sanitario y en la sociedad", apunta Sardiña.
El especialista asegura que la normativa "destaca que se deben potenciar los sistemas de hospitalización parcial para estos enfermos, y que su ingreso se tiene que hacer en las unidades de psiquiatría de los hospitales generales", y recuerda que "también recoge que se deben desarrollar los servicios de rehabilitación e inserción social necesarios". "Por el contrario, en algunas áreas sanitarias se están utilizando las instalaciones de los viejos hospitales psiquiátricos (Conxo en Santiago, Toén en Ourense, etc.), inapropiadas para llevar a cabo cualquier proceso de rehabilitación, manteniéndose así el estigma de que los enfermos mentales tienen que ser tratados lejos del resto de los pacientes", subraya.
El presidente de la sección de psicología clínica de COP-Galicia denuncia la "falta de interés" por parte de la Xunta, a quien acusa de "no destinar recursos económicos para la creación de infraestructuras adecuadas". "Hace cinco años, la Consellería de Sanidade puso en marcha el Plan Estratéxico de Saúde Mental, fijando unas metas que se deberían cumplir hasta este 2011. Pero con la excusa de la crisis, se ha cerrado el grifo y las mejoras no van al ritmo que debieran", apunta Sardiña, quien también critica que el sistema "no descansa sobre la Xunta, sino sobre el tejido organizativo familiar". "Las asociaciones de familiares son las únicas entidades capaces de atraer recursos de la Administración, y gracias a ello han logrado crear una auténtica red asistencial, con residencias y centros de recuperación psicosocial y laboral", remarca.
Sardiña considera, además, que la Administración sanitaria evita hacerse cargo de la gestión de este colectivo porque "no hace ruido y no tiene influencia". "Una de las líneas estratégicas del Sergas es sensibilizar a la población contra el estigma de las enfermedades mentales, pero no basta con colgar carteles en los ambulatorios o repartir folletos. Hace falta un compromiso presupuestario serio", concluye.
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